jueves, 12 de mayo de 2016
¿El cerebro y la adicción sexual?
¿El cerebro y la adicción sexual?
En la Universidad de
Cambridge, en Reino Unido, se realizó un estudio utilizando imágenes logradas por
resonancia magnética, se efectuó un escáner cerebral a cada uno de los 19
hombres adultos participantes, se observó los cambios que ocurren en la
actividad cerebral, mientras estos visualizaban vídeos con contenido
sexualmente explicito (pornográficas), estas pruebas pretenden obtener mayor
información sobre la relación entre el cerebro y los adictos al sexo.
Este estudio se registra una
mayor actividad en las áreas o centros de recompensa, cuando se observaban las imágenes,
y que estas, son los mismas que se activan,
en los adictos cuando observan las
drogas que consumen.
Dos de los hombres que
participaron en el estudio habían perdido su empleo después de consumir pornografía
en el lugar de trabajo, y cuatro de ellos expresaron que la pornografía era una
forma de evitar las agencias de prostitución y los fetiches. Todos ellos
estaban obsesionados con pensamientos y comportamientos sexuales, pero no está
claro que sean "adictos" de la misma forma en que los fumadores son
adictos a la nicotina.
Luego compararon los
resultados obtenidos, entre personas que reportan un comportamiento sexual
compulsivo hacia la pornografía y otras sin esta conducta. Los resultados,
publicados en la revista PLoS One, mostraron mayores niveles de actividad en
aquellos "adictos" en tres partes específicas del cerebro: el estrato
ventral, el córtex del cíngulo anterior y la amígdala.
Otras investigaciones argumentan que las características de los
adictos sexuales, se asemejan más, a las personas sufren de un trastorno
obsesivo-compulsivo. Adema, otros
expertos aseguran que cada vez hay más jóvenes incapaces de mantener una
erección cuando realizan relaciones sexuales en pareja, porque hacen un consumo
excesivo de pornografía.
El Comportamiento sexual
compulsivo se define como una preocupación excesiva por el sexo, y utiliza a
este, como una forma de hacer frente a experiencias difíciles o estresantes,
segun Rory Reid, un psicólogo de la Universidad de California, en los Ángeles,
que investiga las adicciones. Este comportamiento se convierte en un problema
si interfiere con el trabajo o las relaciones con las demás personas.
Según Manual Diagnostico en Sexología
III, este comportamiento se clasifica dentro de la frecuencia sexual
excesivamente alta y se denomina como la
adicción a la Función Sexual, según este libro es un cuadro clínico caracterizado
por la dependencia al Ejercicio de la Función Sexual que implica búsqueda compulsiva,
culpa postcoital y síntomas de abstinencia, a pesar de las consecuencias
negativas de la conducta (físicas, legales o sociales), lo cual constituye la
especificidad fundamental.
La doctora Valerie Moon, de la
Universidad de Cambridge, señalo que: "Este es el primer estudio
hecho sobre gente con este tipo de problemas, que analiza su actividad
cerebral, pero no creo que hayamos llegado todavía al punto en el que se pueda
decir claramente que hablamos de una adicción". "No sabemos si
algunos de estos efectos se deben a predisposiciones; o sea, no estamos seguros
de si esta mayor actividad en estas áreas ayuda a desarrollar comportamientos
de este tipo o de si es un efecto de la pornografía, realmente es muy difícil
de decir". La especialista, también añadió que cuanto antes
se da la exposición a las drogas, mayor es el riesgo de desarrollar una
adicción. Sin embargo, en el caso de la adicción al sexo, no existe suficiente
evidencia del impacto que tiene sobre adolescentes consumir pornografía en
internet.
El doctor John Williams,
director del departamento de neurociencia y salud mental en la fundación de
caridad Wellcome Trust, aseguró: "Los comportamientos compulsivos,
incluido ver pornografía en exceso, comer mucho o el juego, son cada vez más
comunes".
Este estudio permite
avanzar significativamente en el camino,
con respecto a la asociación de la conducta sexual compulsiva con la adicción, aunque se deben realizar muchas más
investigaciones para comprender con claridad las similitudes, entre la conducta
excesiva con respecto a la actividad sexual y el comportamiento indomable en el
consumo de drogas.
En
conclusión, en la actualidad se considera que la adicción al sexo se presenta
en personas que tienen la predisposición hacia un comportamiento obsesivo compulsivo,
está acción hace se produzca en el
cerebro, una potente hormona llamada endorfina (son producidas por la glándula pituitaria durante el
ejercicio físico,la excitación, el dolor, el consumo de alimentos picantes o del chocolate, el
enamoramiento y el orgasmo, son similares a los opiáceos
en su efecto analgésico y de sensación de bienestar), que actúan
como recompensa y este neurotransmisor a su vez, estimula la repetición del acto para volver a
sentir el placer, este ciclo repetitivo,
se llama, el circulo de la auto obsesión compulsiva, que hace su efecto cuando se consume una sustancia química, similar a las drogas ingeridas por un adicto.
Es
importante que las personas con adicción a la Función Sexual,
busquen ayuda clínica especializada (psicólogos, psiquiatras, sexologos),
lo más pronto posible para evitar las repercusiones negativas que puede desencadenar estas conductas en los
ámbitos de vida como los físicos, sociales y hasta los legales, porque pueden
hasta llegar a ser condenados. Los prestadores de servicio de salud deben comprender,
los mecanismos neurobiológicos que generan, el comportamiento de los adictos sexuales,
para brindar una ayuda oportunidad (prevención) y el tratamiento adecuado.
Autora: Mayra Hernandez
Fecha: 12/05/16
martes, 10 de mayo de 2016
¿El sexo aumenta la inteligencia?
¿El sexo aumenta la inteligencia?
Trabajando de manera independiente, investigadores de Corea del Sur y Estados Unidos han llegado a la misma conclusión: la actividad sexual estimula el crecimiento de nuevas células cerebrales, mejorando el desempeño cognitivo. Al menos eso se ha demostrado en experimentos con ratones de laboratorio.
Un equipo de psicólogos de la Universidad de Maryland encontró que las experiencias sexuales incrementan el número de neuronas generadas en el hipocampo; la estructura cerebral responsable de la memoria a largo plazo. Permitieron a ratas tener encuentros sexuales durante media hora al día, los cuales fueron cuidadosamente monitoreados y registrados.
Posteriormente, los ratones maduros fueron puestos a prueba. Encontraron que las relaciones sexuales habían reparado el declive mental asociado a la edad, restaurando la función cerebral a niveles comparables con aquellos ratones adultos jóvenes. Concluyeron que el sexo periódico estimula la neurogénesis adulta (el desarrollo de las neuronas). Curiosamente, encontraron que si el sexo paraba, se perdían las mejorías en el desempeño cognitivo.
Científicos de la Universidad Kontuk en Corea del Sur realizaron un experimento similar y, al obtener los mismos resultados, concluyeron que el sexo contrarresta los efectos negativos del estrés, los cuales afectan el desarrollo del cerebro. Encontraron que el estrés es uno de los principales inhibidores de la neurogénesis y que el sexo neutraliza su impacto.
Fecha: 29/04/16
Fuente: http://noticiaaldia.com/2016/04/el-sexo-aumenta-la-inteligencia/
Como influye la corteza cerebral y el sistema límbico, en la función sexual
Como influye la corteza cerebral y
el sistema límbico, en la función sexual
Muchos estudios
científicos realizados, tanto en seres humanos como en animales han demostrado
la importancia del cerebro en la actividad sexual. Una de las principales
zonas anatómicas de este órgano es la corteza
cerebral prefrontal, que está involucrada en la percepción de
estímulos sensoriales y psíquicos (imágenes, recuerdos, fantasías, caricias
y palabras eróticas), que son los principales acrecentadores del deseo
sexual, permiten la liberación de dopamina (neurotransmisor que activa el centro de recompensa del
cerebro) que conecta áreas
corticales paralímbica (corteza orbito-frontal, ínsula, polo temporal, complejo
del cíngulo). Algunas regiones
como la ínsula y partes del núcleo estriado, están involucradas tanto en el
deseo sexual, como en el sentimiento de amor, se piensa que existe una vía
común a las sensaciones de placer, que lleva a la activación de algunas partes
del cuerpo estriado. De esta manera, muchos estímulos placenteros como el
ejercicio de la función sexual, producen la secreción de este poderoso
neurotransmisor.
En el hipotálamo (implicado en la esfera de los
instintos) conocido popularmente como el centro del placer y el
dolor del cerebro límbico, se
encuentran 2 áreas: el área preóptica (funciones de apareamiento y
reproducción), que está involucrada en la búsqueda de la
actividad sexual y el núcleo
supraquiasmático que controla el ritmo circadiano y ciclos
reproductivos. La corteza cerebral está conectada con el hipotálamo, el cual se
relaciona con las diferentes estructuras nerviosas, recibe varias vías
neurológicas de comunicación, del sistema límbico, del tálamo y de él parten
vías de comunicación hasta el tálamo, la médula y la hipófisis; también se
relaciona con el sistema nervioso autónomo y las glándulas endocrinas, que se
encargan de la producción y mantenimiento en el torrente circulatorio de la
mayor parte de las hormonas sexuales, dando lugar a las transformaciones
fisiológicas propias de la respuesta sexual.
La médula espinal se extiende a lo largo de la espalda y
es la conductora de los impulsos desde la piel o mundo exterior hacia el tallo
cerebral. Está compuesta por el sistema nervioso aferente y eferente. El
sistema nervioso aferente transporta los impulsos desde las aperturas o poros
de la piel hasta la medula espinal y luego hasta el tallo cerebral. Dentro del
tallo cerebral estos impulsos pasan a través de un grupo de fibras conocido con
el nombre de sistema reticular activador y así llegan al cerebro límbico y
luego a la neocorteza. Desde allí los impulsos son devueltos a través del
sistema nervioso eferente a los músculos para efectuar la acción en el mundo
exterior.
De este
modo la información procedente del medio ambiente penetra, por lo menos, hasta
nuestro tallo cerebral sin ser consciente de ello. Posteriormente a medida que
pasa por el sistema límbico es que se hace consciente, en forma de sentimiento,
o como pensamiento, imagen o intuición al entrar a la corteza. Estas señales
podrían mantenerse inconscientes hasta que aparezcan en nuestro hemisferio
izquierdo o en el derecho. Las conexiones la corteza con los circuitos de la médula espinal,
le permiten recibir y elaborar la información que le
llega, y a su vez remite órdenes e información al resto de las estructuras
nerviosas, por lo que puede activar,
controlar y garantizar las respuestas genitales en las diferentes actividades
sexuales.
El sistema límbico que son un conjunto de estructuras
nerviosas que rodeando el tronco cerebral, como si se tratara de un anillo,
y fundamentalmente está conformado por cinco grandes estructuras que se
denominan: hipocampo, amígdala, septum, giro cingulado y campos de proyección
olfatoria, tiene gran influencia en todo lo concerniente a la activación y
respuesta de la función sexual.
Una de las funciones
fundamentales de la amígdala es aplicar significado emocional a los
estímulos del entorno, en la función sexual permite las sensaciones
de placer. esto lo realiza gracias, a que almacena, activa, procesa
estas emociones y las respuestas fisiológicas que las emociones producen; como
taquicardia, aumento de las respiraciones por minuto, tensión muscular,
descargas de adrenalina, entre otra, que juegan un papel fundamental en la
conducta sexual. La amígdala recibe información del tálamo y la dirige a
zonas específicas a la corteza, para la toma de decisiones
Otra formación de gran
importancia dentro del sistema límbico es el hipocampo,
interviene en el recuerdo de encuentros sexuales previos, por lo que puede
llegar a ser un método efectivo en la activación de la Situación - Estimulo
Sexual, además, se cree que ejerce una influencia moduladora de la tumescencia
genital, regulando por tanto la afluencia de volumen sanguíneo al aparato
genital, lo cual es hasta la actualidad el índice más fiable para medir la
excitación y la respuesta sexual.
Otra zona La región septal está asociada con la excitación
sexual, la cual es un fenómeno mental, que ocasiona una serie de
vibraciones en esta zona y en el tálamo, las cuales se mezclan fácilmente, por
su proximidad, juntas establecen la conexión entre lo que nos afecta y aquello
que nos hace sentir sexuales. La conexión vibratoria entre el afecto y la
sexualidad es evidente aunque se oriente solo en pensamientos o se realice una
acción. El giro cingulado es parte integrante del sistema
límbico y que se encuentra involucrado en la formación de emociones,
procesamiento de datos básico referidos a la conducta, aprendizaje y memoria
(interpreta la emoción externa), es fundamental comprender que en la corteza
cingulada anterior se realiza el control de las funciones ejecutivas y de las
emociones.
Uno de
los métodos más estimulante, en la función sexual es el olfato, esto se lleva a
cabo gracias a los campos de proyección
olfatoria, los olores influyen en las emociones,
si son agradables, nos atraen y nos afectan, especialmente los perfumes, el
olor de la piel, las feromonas o nos repelen si son desagradables. Los bulbos
olfatorios también conectan información olfativa con el hipocampo.
Al llegar
al orgasmo se activa la corteza cingulada media y la corteza
cingulada anterior subgenual, se correlacionan positiva y negativamente,
respectivamente, en dependencia de los niveles de excitación sexual alcanzados
previamente. Después se activa la inhibición sexual en la corteza prefrontal
ventromedial, para que se produzca la fase de resolución sexual en donde todos
los órganos vuelven al estado previo a la excitación sexual. El área tegmental ventral (interviene en la motivación) lo que influye en el número y
la duración del orgasmo.
Es importante destacar el
papel de la corteza cerebral y el sistema límbico, ya que, se ha
demostrado la relación, que existe entre, estas zonas del cerebro y
la función sexual, ya que se relaciona con los centros del placer, algunas
investigaciones en animales han demostrado que al estimular algunos los puntos específicos
del cerebro superior como los destacados anteriormente, dan lugar a un aumento
del tamaño del clítoris similar al de la excitación sexual de la hembra
(tumescencia clitoridiana), serían los mismos que en el macho causan la
erección del pene, tal como parece haberse demostrado en experiencias con
animales. Aunque la estimulación de
estas áreas también se ha realizado en seres humanos, con resultados variables, algunos hombres
apreciaron tras el experimento una cierta sensación de bienestar poco definida,
en otros casos dio lugar a estados de auténtica euforia, por lo que se deben realizar más estudios de carácter científico.
Autora: Mayra Hernandez
Fecha: 10/01/16
Las hormonas sexuales y el cerebro
Las hormonas sexuales y el cerebro
¿Alguna vez has utilizado expresiones como "se te alborotó la hormona" o "la agarraste en sus días"? En realidad estas expresiones hacen alusión a la influencia de las hormonas sexuales en nuestro estado emocional, que es sólo uno de los muy variados efectos que estos mensajeros químicos tienen en el cerebro.
Si medimos un descubrimiento por su impacto en nuestras vidas, no
cabe duda que el de las hormonas sexuales y el papel que éstas
desempeñan en nuestro organismo se quedaría con uno de los primeros
lugares. Ésta debe ser una de las razones por las cuales varios premios
Nobel en medicina y en química han sido otorgados a científicos que han
realizado estudios relacionados con estas sustancias. Las hormonas
sexuales están en el centro de la llamada "revolución sexual" del siglo
XX, que se inició con el desarrollo de la píldora anticonceptiva en los
años 60. Esto produjo un cambio enorme en la manera de entender la
sexualidad, que a su vez se ha reflejado en otras áreas de la vida
social e individual. Pero lo que estas hormonas regulan en nuestro
organismo va más allá de la reproducción y la conducta sexual: influyen
en nuestro estado de ánimo, la memoria y el sueño.
Las hormonas sexuales están con nosotros durante toda la vida,
incluso desde antes del nacimiento. Son sustancias que se producen
principalmente en las gónadas (ovarios y testículos) y viajan por la
sangre. Químicamente hablando, son moléculas de lípidos (grasas) que
pertenecen a un grupo de compuestos denominados esteroides, los cuales
se forman a partir del colesterol en las gónadas, la placenta, la
glándula adrenal y el sistema nervioso.
Entre los esteroides sexuales más importantes están las típicamente
consideradas hormonas femeninas como el estradiol y la progesterona, y
la muy masculina testosterona. Cada una de ellas pertenece,
respectivamente, a familias de compuestos conocidos como estrógenos,
progestinas y andrógenos. Estas hormonas están presentes tanto en
hombres como en mujeres, sin embargo sus concentraciones son diferentes
en ambos sexos y cambian a lo largo de nuestra vida, particularmente en
la mujer durante el ciclo menstrual, el embarazo y la menopausia (véase
tabla). Así, por ejemplo, los hombres en la edad adulta tienen 15 veces
más testosterona que las mujeres mientras que el estradiol está de cinco
a 10 veces más concentrado en las mujeres que en los hombres. Los
niveles de ambas hormonas son más altos en adultos que en niños y
ancianos.
¿Siempre estás pensando en sexo?
Quizá respondas que también te gusta el fútbol o argumentes que el
sexo no es todo en la vida y que el amor y la comprensión son básicos.
Independientemente de tu respuesta, lo que sí es vital es la
participación de las hormonas sexuales, a través de su acción en el
sistema nervioso central, en nuestra conducta sexual y en la
reproducción.
Desde hace varios años se sabe que el estradiol y la progesterona, a
través de su acción en sitios específicos del cerebro como el
hipotálamo, son fundamentales en la ovulación y la conducta sexual
femenina. De hecho, si se alteran los niveles normales de estas hormonas
no hay ovulación y por lo tanto tampoco embarazo; éste es justamente el
efecto que tienen las píldoras anticonceptivas.
Niveles circulantes de estradiol y progesterona en la mujer |
||
Etapa | Estradiol |
Progesterona (picogramos/mililitro) |
Ciclo menstrual | ||
Menstruación | 10-30 | 100-500 |
Folicular | 30-100 | 100-1000 |
Ovulatoria | 100-400 | 1000-2000 |
Lútea | 50-200 | 4000-15000 |
Embarazo | ||
Primer trimestre | 1500-6000 | 15000-50000 |
Tercer trimestre | 6000-30000 | 75000-150000 |
Posmenopausia | 5-20 | 50-250 |
1 picogramo = 1 x 1012 gramos |
La conducta sexual femenina es estimulada por el estradiol y la
progesterona, por lo que en la etapa ovulatoria, cuando los niveles de
ambas hormonas son altos, la mujer es más susceptible a una relación
amorosa, es más cariñosa y está más dispuesta a una relación sexual. A
diferencia de la mujer, en el hombre adulto no hay fluctuaciones
cíclicas en los niveles de testosterona, por lo que su líbido y potencia
sexual se rigen además de la testosterona por otros factores tanto
biológicos como psicosociales.
¿Qué son las hormonas?
Las hormonas son los mensajeros químicos del sistema
neuroinmunoendócrino. En este sistema participan una compleja red de
señales químicas que controlan muchas de las respuestas y funciones del
cuerpo; unas producen respuestas instantáneas (como las respuestas al
miedo), pero otras actúan más lentamente, "diciéndole" a otra parte del
cuerpo cuándo y cuánto crecer. Todos los vertebrados cuentan con este
sistema para:
- Mantener el equilibrio interno del cuerpo, es decir, regulan la nutrición, el metabolismo, la excreción, y el balance de sal y agua.
- Reaccionar a los estímulos externos.
- Regular el crecimiento, el desarrollo y la reproducción.
- Producir, usar y guardar la energía.
- Activar la respuesta inmunológica.
El sistema neuroinmunoendócrino consta de: las estructuras
productoras y liberadoras de hormonas como las glándulas; las hormonas,
que son los mensajeros que viajan a través de la sangre hasta llegar a
un órgano o tejido específico, y las células de éstos, que cuentan con
los receptores necesarios para recibir la señal o mensaje y llevar a
cabo la instrucción indicada por la hormona.
Las hormonas se producen en el hipotálamo, la glándula pineal, la
pituitaria o hipófisis, la tiroides, la paratiroides, el timo, las
glándulas adrenales, el páncreas, los testículos y los ovarios, entre
otros órganos.
Ella y él
Los hombres y las mujeres pensamos, sentimos y actuamos diferente,
pero ¿por qué? Se sabe, aunque no siempre lo comprendemos en nuestra
vida diaria, que el cerebro de una mujer es distinto al de un hombre.
Así, por ejemplo, en el hipotálamo (zona del cerebro que regula una gran
cantidad de procesos fisiológicos, entre otros, el control de la
temperatura y el del ciclo sueño-vigilia), hay regiones que participan
en la conducta sexual cuyo tamaño, cantidad de células o las sinapsis
(estructuras de comunicación entre dos neuronas) que establecen son
diferentes en individuos de un sexo o de otro, lo cual repercute en la
vida de todos nosotros.
Estas diferencias se basan en un fenómeno muy interesante, conocido
como diferenciación sexual del cerebro, en el que la participación de
las hormonas sexuales es fundamental. Cabe mencionar que este fenómeno
es parte de un proceso más amplio e incluye la formación de órganos
sexuales bien definidos y la generación en la adolescencia de
características sexuales secundarias, como son en las mujeres el
crecimiento de los senos y la acumulación de grasa en las caderas, y en
los hombres el engrosamiento de las cuerdas vocales que lleva al cambio
de voz, la aparición y el crecimiento de la barba y el bigote.
Los cambios en la organización del cerebro (volumen de algunas
regiones cerebrales y establecimiento de diferentes sinapsis) producidos
por las hormonas sexuales en etapas tempranas del desarrollo
embrionario, son permanentes, por lo que establecen de por vida las
conductas sexuales asociadas a la reproducción. Hay datos interesantes
para el caso de animales de experimentación como las ratas. En ellas los
cambios en la organización del cerebro producidos por las hormonas no
ocurren durante el desarrollo embrionario, sino poco después del
nacimiento. Se ha observado que ratas hembras expuestas a testosterona
durante los primeros días del desarrollo posnatal no presentan la
conducta sexual típica de su sexo en la edad adulta sino que, por el
contrario, pueden presentar una conducta sexual masculina. Sin embargo,
hasta ahora no se ha determinado si las preferencias sexuales en el ser
humano dependen de diferencias en la exposición a las hormonas sexuales
en etapas tempranas del desarrollo.
Las diferencias en la organización del cerebro que causan las
hormonas sexuales permiten explicarnos, en cierta medida, por qué los
hombres y las mujeres presentamos una conducta sexual diferente, no
apreciamos de la misma manera las situaciones que se presentan en
nuestras vidas y poseemos distintas habilidades mentales. Por ejemplo,
por lo general las mujeres tienen mayor fluidez verbal, mejor
coordinación motora fina y mayor velocidad en la percepción e
identificación de objetos que los hombres, mientras que éstos presentan
un mayor razonamiento matemático y una mejor comprensión de relaciones
espaciales y de navegación a través de una ruta. Si llegáramos a
entender que hombres y mujeres tenemos un cerebro diferente quizá nos
comprenderíamos mejor y tendríamos menos problemas.
Mucho más que sexo
Además del papel fundamental que tienen las hormonas sexuales en la
regulación de la reproducción, éstas influyen en nuestro comportamiento y
estado de ánimo. Los cambios tan impactantes en la conducta de los adolescentes se
deben en gran parte a los cambios hormonales que experimentan a partir
del inicio de la pubertad y duran varios años. Estos cambios producen la
aparición de las características sexuales secundarias y el
establecimiento de la fertilidad en ambos sexos, el aumento en los
niveles de testosterona en el hombre y la regularización en la
periodicidad del ciclo menstrual en las mujeres.
En distintas especies de mamíferos la mayor agresividad que se
observa en los machos respecto a las hembras —que es muy importante en
términos reproductivos, de defensa de territorio y de la manada— se ha
asociado a los mayores niveles de testosterona presentes en los machos.
La asociación entre niveles altos de testosterona y mayor agresividad en
el hombre sigue siendo controvertida.
El estado de ánimo de la mujer adulta está muy relacionado con los
niveles de estradiol y progesterona. La ansiedad e irritabilidad que se
presentan en muchas mujeres al final de la última fase del ciclo
menstrual, la llamada fase lútea, se ha asociado con la disminución en
los niveles de progesterona y de los productos derivados de su
procesamiento, al no haber ocurrido embarazo.
Se ha sugerido también que los cambios emocionales de las mujeres
embarazadas y la disminución en la sensación de dolor, se debe al
aumento en los niveles sanguíneos de progesterona y de sus derivados.
Estos últimos tienen efectos tranquilizantes, relajantes, anestésicos y
ansiolíticos (disminuyen la ansiedad).
Otros cambios emocionales importantes en las mujeres son los que
generalmente se presentan durante la menopausia, como nerviosismo,
ansiedad, irritabilidad y depresión, y se han asociado a la disminución
en los niveles de estradiol y progesterona propios de esta etapa.
En lo que se refiere a los hombres adultos, todavía existe
controversia sobre si presentan un fenómeno similar a la menopausia, al
que se ha llamado andropausia. Lo que sí existe en los ancianos, además
de la disminución en los niveles de testosterona, es una caída en la
producción de espermatozoides y en la función sexual, lo que se acompaña
en muchas ocasiones de cambios en el estado anímico.
Hormonas y deportes
En la actualidad ya contamos con andrógenos sintéticos que se
utilizan con fines terapéuticos. Estos fármacos producen un aumento de
peso y de masa muscular, por lo que se han vuelto muy populares entre
varios tipos de atletas como ciclistas, futbolistas o levantadores de
pesas. Es común que estos atletas ingieran dosis 100 veces mayores que
las recomendadas por los médicos para tratar algún padecimiento. Ese uso
de los andrógenos sintéticos, también llamados esteroides anabólicos,
es ilícito y además de que quienes los emplean en eventos deportivos
corren el riesgo de ser descalificados, producen una serie de efectos
secundarios, entre otros acné, disminución del deseo sexual y cambios en
el tamaño de los testículos y en la cantidad de espermatozoides.
Sueño y memoria
¿Alguna vez has pensado que las hormonas pudieran ser las
responsables de que tengas tanto sueño? Pues resulta que la progesterona
y sus derivados tienen propiedades hipnogénicas, esto es, que inducen
el sueño. El aumento en el sueño durante el embarazo se debe en buena
parte a los altos niveles de progesterona en las mujeres embarazadas y
también se ha observado que la administración de progesterona induce el
sueño en los varones. Se ha encontrado, además, que esta hormona y sus
derivados tienen efectos anticonvulsivos en animales de experimentación,
por lo que se estudia la posibilidad de utilizarlos en la terapia de la
epilepsia, una de las enfermedades neurológicas más comunes en todo el
mundo.
En investigaciones recientes se ha encontrado que las hormonas
sexuales influyen en la memoria. En el caso de animales de
experimentación, uno de los ejemplos más ilustrativos es el hecho de que
el estradiol aumenta el número de sinapsis en el hipocampo (estructura
cerebral fundamental en los procesos de memoria y aprendizaje), lo cual
brinda mayores posibilidades de procesamiento de información. Por otro
lado, en varios estudios clínicos se ha demostrado que la terapia con
estrógenos aplicada a mujeres menopáusicas reduce el riesgo de presentar
la enfermedad de Alzheimer y también retarda su aparición. Esta
enfermedad es mortal y se caracteriza por una pérdida gradual y muy
dramática de la memoria que llega a incapacitar totalmente a quien la
padece.
Protección de las neuronas
Las neuronas son imprescindibles para todas las actividades
cerebrales, por lo que cualquier daño en ellas repercute en el
funcionamiento de nuestro cerebro. A través de diferentes experimentos
realizados en animales y en cultivos de neuronas se ha demostrado que
tanto el estradiol como la progesterona protegen a las neuronas de daños
producidos por la falta de irrigación sanguínea, la carencia de
oxígeno, el trauma cerebral por golpes, contusiones en la médula espinal
y agentes tóxicos diversos que alteran el metabolismo y la función
neuronal.
Se ha observado también que tanto la progesterona como la
testosterona participan en la regeneración de los axones, prolongaciones
de las neuronas que llevan información y establecen sinapsis, después
de una lesión en el sistema nervioso. Estos hallazgos han llevado a
varios investigadores a proponer el uso de las hormonas sexuales no sólo
en la prevención de enfermedades neurodegenerativas como la de
Alzheimer, sino también en la recuperación de los pacientes que han
sufrido daño cerebral.
Para pensar en la hormona
Uno de los aspectos más fascinantes de la relación que hay entre las
hormonas sexuales y el cerebro es de qué manera una misma sustancia como
el estradiol o la progesterona puede regular procesos tan distintos
como la diferenciación sexual del cerebro, la memoria o el estado de
ánimo. Todo esto es posible gracias a que las hormonas sexuales tienen
diferentes mecanismos de acción que involucran muchos cambios en la
actividad de diversos genes, aumento en la permeabilidad de la membrana
celular para algunas sustancias y activación de diferentes proteínas en
el interior celular.
Las hormonas sexuales además se comunican, a través de diferentes
mecanismos celulares, con otros mensajeros químicos como los
neurotransmisores, los factores de crecimiento y otras hormonas, lo que
permite que todos ellos regulen de manera conjunta una función cerebral
en particular de manera muy fina y muy precisa.
Finalmente es necesario recalcar que dado el gran espectro de
funciones que tienen las hormonas sexuales en nuestro cerebro, hay
muchos grupos de investigación en todo el mundo (por supuesto también en
México) dedicados a esta área, con el fin de entender no sólo por qué
pensamos, sentimos y actuamos de manera distinta los hombres y las
mujeres a lo largo de nuestra vida, sino también para utilizar a dichas
hormonas o a fármacos que tengan una acción similar (o contraria) a
ellas para prevenir y tratar diversas enfermedades que afectan a nuestro
cerebro.
Autor: El doctor Ignacio Camacho Arroyo es investigador de la Facultad de
Química de la UNAM en áreas de neurobiología, biología de la
reproducción y hormonas esteroides.
Fuente: http://www.comoves.unam.mx/numeros/articulo/43/las-hormonas-sexuales-y-el-cerebro
¿Por qué es bueno tener fantasías sexuales?
¿Por qué es bueno tener fantasías sexuales?
Sigmund
Freud dijo alguna vez que “una persona feliz nunca fantasea, solo una
insatisfecha”. ¡Y qué equivocado estaba! Casi todos los estudios sobre
sexualidad que se han desarrollado en los últimos años han demostrado por qué es bueno tener fantasías sexuales.
De hecho, las personas más activas y satisfechas sexualmente hablando,
son las que más fantasean al respecto. En todo caso, lo triste es que
esas fantasías sexuales reemplacen a la realidad.
Fantasear es visualizar
El sexo empieza en el cerebro. Francisca Molero, sexóloga, ginecóloga
y directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona, lo explica
de la siguiente manera: así como los atletas de elite practican la
técnica de la visualización y se ven a ellos mismos llegando los
primeros a la meta, es normal que los adolescentes, todavía vírgenes, se
imaginen, con todo lujo de detalles, manteniendo relaciones sexuales o
llevando a cabo determinadas prácticas.
“Estudios científicos revelan que en el cerebro se activan las mismas
áreas cuando haces algo que cuando imaginas hacerlo”, aclara, “además,
cuanto más detalladas y precisas sean las fantasías mejor. Suponen un
entrenamiento imaginario muy útil para poner en practica cuando llegue
el momento”.
Las fantasías son el músculo del deseo
Así las define el sexólogo español José Luís García. Entre otras
funciones, también forman parte de la terapia a la hora de tratar la
falta de deseo sexual recurrente. El cerebro es el órgano sexual por
excelencia y un plan de erotización requiere empezar siempre por la
cabeza.
En el caso de la Dra Molero, a sus pacientes les recomienda, más que
leer literatura erótica, “cuando está muy bloqueado el deseo les pedimos
que escriban sus fantasías sexuales y que las lean en voz alta”.
Por otro lado, y esto lo sabemos casi todos los mortales, si hablamos
de masturbación, muchos hombres y mujeres utilizan las fantasías para
llegar al orgasmo, estén solos o acompañados.
¿Ayudan a aliviar el estrés?
Según el libro Private Thoughts: Esploring the Power of Women’s
Sexual Fantasies, de Wendy Maltz y Suzie Boss, además de mejorar la
autoestima o facilitar el orgasmo, las fantasías eróticas contribuyen a
aliviar el estrés y la tensión. De acuerdo con sus autoras,
“proporcionan un arma fácil y accesible que las mujeres pueden usar para
relajarse o escapar momentáneamente del estrés diario. Las fantasías
pueden tener también un efecto calmante, similar al de la meditación, y
no tienen porque implicar ningún tipo de estimulación física dirigida a
la excitación a al orgasmo.
Algunas mujeres las utilizan para combatir la ansiedad cuando esperan
en la consulta del médico o cuando realizan vuelos de muchas horas.
Muchas describen la función de la fantasía como una manera de tomarse un
descanso en sus mentes, distraerse y viajar hacia pensamientos más
placenteros.
Fantasear no resuelve los problemas pero puede proporcionar un alivio a las preocupaciones diarias”. ¿Está claro, chicas?
¿Con qué fantaseamos?
Un artículo del diario inglés The Independent, titulado How common is
your sexual fantasy?, recoge un estudio realizado en la Universidad de
Montreal, entre 1517 participantes (85,1% eran heterosexuales, 3,6 %
eran homosexuales y el resto tenía preferencias sexuales no definidas).
Curiosamente, la fantasía sexual más común en hombres y mujeres es la
de sentir emociones románticas durante el encuentro sexual, seguida del
sexo oral y de tener sexo en lugares poco habituales. Además, el
estudio revelaba una diferencia entre sexos: la mayor parte de las
mujeres no quieren hacer realidad sus fantasías, mientras que la mayoría
de los hombres si.
Ni buenas ni malas, son solo fantasías
Fantasear con una imagen sado-mado, no se traduce necesariamente en
que se haga realidad. Se trata de un terreno como el de los sueños, “en
los que la lógica y la moral no tienen cabida”, comenta Francisca
Molero. “Lo único que importa es que cumplan su función de excitarnos.
Es muy normal que la gente tenga fantasías que hablen de acostarse
con un miembro del sexo opuesto, de dominación, sumisión… Intentar
buscarle el sentido o querer ver que, en el fondo, ese es nuestro más
profundo deseo es algo totalmente equivocado”, acota.
Reprimir nuestras fantasías, explica esta experta, no es aconsejable y
puede derivar, incluso, en un trastorno sexual. En este terreno
deberíamos darnos permiso para dejar de ser nosotras mismas por algún
tiempo y jugar a ser otra.
Autora: Laura Martínez Alarcón
Fuente: http://www.actitudfem.com/amor-y-pareja/sexo/solteras/por-que-es-bueno-tener-fantasias-sexuales
El sexo está en el cerebro: 10 datos sobre lo que ocurre en nuestra mente durante la actividad sexual
El sexo está en el cerebro: 10 datos sobre lo que ocurre en nuestra mente durante la actividad sexual
A pesar de las expresiones culturales ligadas con la actividad sexual, en cierto nivel seguimos siendo esclavos de las reacciones químicas que ocurren al interior de nuestro cerebro durante un episodio orgásmico; aquí un listado de dichos fenómenos.
En cuestiones de erotismo mucho se
insiste en la importancia que la mente tiene en una relación sexual,
especialmente aquellas que se dan entre personas que han establecido
relaciones más o menos fijas y en quienes la imaginación, la fantasía,
la seducción mental, son los estimulantes que suplen otras
circunstancias de relaciones más esporádicas como el enfrentamiento a lo
desconocido, el riesgo, entre otro.
A un nivel mucho más literal es posible
decir que, en efecto, el sexo está en el cerebro, pues a pesar de toda
nuestra cultura desarrollada, en cierta medida seguimos siendo
sirvientes de nuestras estructuras físicas y biológicas, de los químicos
que se agitan en nuestro interior y que nos dictan nuestras reacciones.
Neurotransmisores, hormonas, terminales nerviosas a las que es posible
reducir la experiencia sexual.
A continuación un listado de algunos de
los fenómenos que experimentas gracias a tu cerebro y sus auxiliares
cuando mantienes un encuentro sexual.
El tamaño sí importa
El área preóptica del hipotálamo,
encargada de regular las conductas de apareamiento, tiene casi el doble
de tamaño en los hombres en comparación con las mujeres, y tiene también
casi el doble de células, una distinción que al parecer comienza a
desarrollarse a partir de los 4 años de edad.
Localización
De acuerdo con investigaciones
recientes, el cerebro masculino dedica el doble de espacio al sexo del
que ocupa en el femenino. En la mujer la estimulación vaginal, de los
pezones y del clítoris enciende el córtex sensorio, aunque en regiones
separadas. Esta es la razón por la cual, a diferencia de los hombres,
las mujeres encuentran excitante la manipulación de sus pezones, porque
esta se encuentra cerebralmente relacionada con la estimulación genital.
“Hoy no: me duele la cabeza”
La renuencia al sexo, que incluso se ha
vuelto motivo de chiste y caricatura, podría deberse a niveles fuera de
los normal de serotonina, el conocido neurotransmisor. Según una
investigación de la Escuela de Medicina de Wake Forest, altos niveles de
serotonina están relacionados con un libido disminuido, aunque en ese
mismo estudio se encontró que las personas con migrañas recurrente
poseen bajos niveles de serotonina.
¿Genera el sexo problemas mentales?
El sexo es una de las fuerzas más
básicas de nuestra naturaleza que sin embargo, una vez que se recubre de
cultura y civilización, parece generar más problemas que
satisfacciones. Según Joseph Shrand, psiquiatra en Harvard, el sexo es
intoxicante: literalmente. Su acción genera un cóctel de químicos
dominado sobre todo por la dopamina, un poderoso neurotransmisor
presente en emociones que pronto se convierten en pasiones como la
excitación, el deseo, el placer y la sensación de recompensa. Y, como
todos los químicos, este también es potencialmente adictivo.
Obsesionarse con alguien: también un neuro-algortimo químico
El singular fenómeno del equívoco
amoroso —enamorarse irremediablemente de la persona equivocada— parece
ser efecto, según las investigaciones de Catherine Salmon, de la
oxitocina, un neuroquímico que se libera durante el orgasmo y que, en el
caso de las mujeres, genera una atracción física para con el hombre con
quien lo experimentaron —sin que importe nada más.
“¡Oh, Dios!”
Las alusiones a Dios durante el instante
más placentero del clímax parecen no ser del todo casuales, pues de
acuerdo con las investigaciones de Andrew Newberg, neurocientífico de la
Jefferson University, existe una relación entre la experiencia
religiosa y la sexual, al grado de que monjas católicas que rezan y
monjes budistas que meditan muestran patrones de actividad cerebral
similares a los de personas sexualmente excitadas.
Testosterona: el titiritero de los hombres
La testosterona hace hacer al hombres
cosas que en realidad no querían hacer, por ejemplo, tener erecciones
involuntarias. Los receptores de esta hormona en el sistema nervioso se
encuentran en la médula espinal, los testículos, el pene y, por
supuesto, el cerebro, por lo cual es posible reaccionar así sin que
medie un deseo sexual o la conciencia misma de la erección.
Testosterona: la diferencia entre la estabilidad y la inestabilidad de pareja y paternal
Por mucho tiempo se creyó que los
hombres, en general, no podían sostener por mucho tiempo una relación
emocional porque la testosterona los empujaba a la búsqueda de nuevos
patrones, lo cual es parcialmente cierto, pero no del todo cuando se
comprueba, por ejemplo, que existen muchos padres totalmente capaces de
estabilidad y fidelidad. Esto se explica porque los niveles de
testosterona disminuyen mientras más tiempo se pase cuidando a un hijo.
¿Cuánto tiempo tarda el cerebro en discernir el atractivo sexual de un desconocido?
Stephanie Ortigue y Francesco
Bianchi-Demicheli llevaron a cabo un estudio en el que encontraron que
el cerebro tarda apenas .02 segundos en registrar si una persona en
traje de baño es deseable o indeseable sexualmente.
¿Hasta dónde llega la capacidad clasificatoria del cerebro?
Ese primer discernimiento no es, en modo
alguno, el único. La atracción sexual es solo el primer criterio de
otros que forman parte de un cálculo, si no siempre preciso, al menos sí
completo sobre las probabilidades de emparejarse con otra persona.
Situados en una máquina de resonancia magnética, voluntarios en una
investigación del Trinity College acertaron en 6 de cada 10 ocasiones en
que seleccionaron a personas con quienes pensaron que podrían salir y
que efectivamente consumaron una cita. En este proceso está involucrado
el córtex prefrontal dorsomedial, donde se juzga el atractivo físico de
una persona.
Por: pijamasurf - 01/17/2013
Fuente: http://pijamasurf.com/2013/01/el-sexo-esta-en-el-cerebro-10-datos-sobre-lo-que-ocurre-en-nuestra-mente-durante-la-actividad-sexual/
El cerebro… ese gran órgano sexual
El cerebro…
ese gran órgano sexual
De él depende qué es excitante y qué no, que nos atrae o nos produce rechazo. Saber reconocer las emociones que nos provoca y aprender a utilizar nuestra inteligencia sexual es fundamental para disfrutar plenamente de nuestras relaciones.
¿Crees que tu sexualidad está exclusivamente
en los genitales, la boca o los senos? Te equivocas. Tal vez, añadirías el
cuello, las orejas o la espalda… pero el principal órgano sexual es nuestro
cerebro, que además de regular la secreción hormonal también manda en nuestras emociones.
Cualquier parte de nuestra anatomía puede ser
un ‘punto
G’ con una estimulación adecuada. Pero
para ello, nuestro cerebro debe interpretarla como excitante y placentera. Entonces
pone en marcha una descarga de feniletilamina, un compuesto de la familia de la
oxitocina que desata la pasión. Esta descarga
es la responsable de la excitación y de que se produzca la dopamina,
que es el neurotransmisor relacionado con el placer y la recompensa.
El placer gestiona la dopamina, que es capaz
de hacernos olvidar nuestros problemas y dolores cuando estamos en pleno
momento erótico. Por eso unas buenas y apasionadas relaciones eróticas
pueden desatar la necesidad de recibir esa recompensa y convertir el sexo en adictivo.
Inteligencia
sexual
La mayoría de las mujeres no alcanza el
orgasmo sólo con la penetración. Dejarse llevar es
la mejor forma de sentir placer. Si intentas controlar la respuesta sexual,
puedes acabar forzando la situación y no llegar al orgasmo o tener una mala
experiencia. Debemos ser capaces de reconocer, en nosotros mismos y en nuestros
compañeros sexuales, las emociones que provoca la estimulación de ciertas zonas
erógenas. Y con este conocimiento adquirir, desarrollar y dominar habilidades con el tiempo encaminadas a enriquecer con ellas
nuestra experiencia sexual.
Para disfrutar plenamente de nuestro cuerpo y
nuestras relaciones hay que aprender a ser
sexualmente inteligente. ¿Quieres saber cómo? Toma nota de estos
consejos.
·
Aceptar nuestra sexualidad como algo natural
y mejorable: Una buena base de
educación sexual, libre de mitos y tabúes sexuales es fundamental para
entendernos con naturalidad y descubrir cuál es
la intervención real de nuestro cerebro en el proceso sexual.
·
Conocer nuestras partes más
sensuales y eróticas: Saber qué nos atrae y
qué nos gusta es tan importante como identificar qué nos da pudor, repugnancia,
molesta o daña y en consecuencia potenciarlo o eliminarlo de nuestro repertorio
de conductas sexuales para que nuestra experiencia siempre sea agradable.
·
Evitar comportamientos eróticos porque los
demás los hacen: Puede generar
expectativas falsas que, si no van contigo, van a hacer que el sexo deje de ser
una experiencia gozosa y libre.
Autora: Natalia Domínguez, sexóloga
Fuente: https://centradaenti.es/el-cerebro-ese-gran-organo-sexual/