Las hormonas sexuales y el cerebro
¿Alguna vez has utilizado expresiones como "se te
alborotó la hormona" o "la agarraste en sus días"? En realidad estas
expresiones hacen alusión a la influencia de las hormonas sexuales en
nuestro estado emocional, que es sólo uno de los muy variados efectos
que estos mensajeros químicos tienen en el cerebro.
Si medimos un descubrimiento por su impacto en nuestras vidas, no
cabe duda que el de las hormonas sexuales y el papel que éstas
desempeñan en nuestro organismo se quedaría con uno de los primeros
lugares. Ésta debe ser una de las razones por las cuales varios premios
Nobel en medicina y en química han sido otorgados a científicos que han
realizado estudios relacionados con estas sustancias. Las hormonas
sexuales están en el centro de la llamada "revolución sexual" del siglo
XX, que se inició con el desarrollo de la píldora anticonceptiva en los
años 60. Esto produjo un cambio enorme en la manera de entender la
sexualidad, que a su vez se ha reflejado en otras áreas de la vida
social e individual. Pero lo que estas hormonas regulan en nuestro
organismo va más allá de la reproducción y la conducta sexual: influyen
en nuestro estado de ánimo, la memoria y el sueño.
Las hormonas sexuales están con nosotros durante toda la vida,
incluso desde antes del nacimiento. Son sustancias que se producen
principalmente en las gónadas (ovarios y testículos) y viajan por la
sangre. Químicamente hablando, son moléculas de lípidos (grasas) que
pertenecen a un grupo de compuestos denominados esteroides, los cuales
se forman a partir del colesterol en las gónadas, la placenta, la
glándula adrenal y el sistema nervioso.
Entre los esteroides sexuales más importantes están las típicamente
consideradas hormonas femeninas como el estradiol y la progesterona, y
la muy masculina testosterona. Cada una de ellas pertenece,
respectivamente, a familias de compuestos conocidos como estrógenos,
progestinas y andrógenos. Estas hormonas están presentes tanto en
hombres como en mujeres, sin embargo sus concentraciones son diferentes
en ambos sexos y cambian a lo largo de nuestra vida, particularmente en
la mujer durante el ciclo menstrual, el embarazo y la menopausia (véase
tabla). Así, por ejemplo, los hombres en la edad adulta tienen 15 veces
más testosterona que las mujeres mientras que el estradiol está de cinco
a 10 veces más concentrado en las mujeres que en los hombres. Los
niveles de ambas hormonas son más altos en adultos que en niños y
ancianos.
¿Siempre estás pensando en sexo?
Quizá respondas que también te gusta el fútbol o argumentes que el
sexo no es todo en la vida y que el amor y la comprensión son básicos.
Independientemente de tu respuesta, lo que sí es vital es la
participación de las hormonas sexuales, a través de su acción en el
sistema nervioso central, en nuestra conducta sexual y en la
reproducción.
Desde hace varios años se sabe que el estradiol y la progesterona, a
través de su acción en sitios específicos del cerebro como el
hipotálamo, son fundamentales en la ovulación y la conducta sexual
femenina. De hecho, si se alteran los niveles normales de estas hormonas
no hay ovulación y por lo tanto tampoco embarazo; éste es justamente el
efecto que tienen las píldoras anticonceptivas.
Niveles circulantes de estradiol y progesterona en la mujer
|
Etapa |
Estradiol |
Progesterona (picogramos/mililitro)
|
Ciclo menstrual |
|
|
Menstruación |
10-30 |
100-500 |
Folicular |
30-100 |
100-1000 |
Ovulatoria |
100-400 |
1000-2000 |
Lútea |
50-200 |
4000-15000 |
Embarazo |
|
|
Primer trimestre |
1500-6000 |
15000-50000 |
Tercer trimestre |
6000-30000 |
75000-150000 |
Posmenopausia |
5-20 |
50-250 |
1 picogramo = 1 x 1012 gramos |
|
|
La conducta sexual femenina es estimulada por el estradiol y la
progesterona, por lo que en la etapa ovulatoria, cuando los niveles de
ambas hormonas son altos, la mujer es más susceptible a una relación
amorosa, es más cariñosa y está más dispuesta a una relación sexual. A
diferencia de la mujer, en el hombre adulto no hay fluctuaciones
cíclicas en los niveles de testosterona, por lo que su líbido y potencia
sexual se rigen además de la testosterona por otros factores tanto
biológicos como psicosociales.
¿Qué son las hormonas?
Las hormonas son los mensajeros químicos del sistema
neuroinmunoendócrino. En este sistema participan una compleja red de
señales químicas que controlan muchas de las respuestas y funciones del
cuerpo; unas producen respuestas instantáneas (como las respuestas al
miedo), pero otras actúan más lentamente, "diciéndole" a otra parte del
cuerpo cuándo y cuánto crecer. Todos los vertebrados cuentan con este
sistema para:
- Mantener el equilibrio interno del cuerpo, es decir, regulan la
nutrición, el metabolismo, la excreción, y el balance de sal y agua.
- Reaccionar a los estímulos externos.
- Regular el crecimiento, el desarrollo y la reproducción.
- Producir, usar y guardar la energía.
- Activar la respuesta inmunológica.
El sistema neuroinmunoendócrino consta de: las estructuras
productoras y liberadoras de hormonas como las glándulas; las hormonas,
que son los mensajeros que viajan a través de la sangre hasta llegar a
un órgano o tejido específico, y las células de éstos, que cuentan con
los receptores necesarios para recibir la señal o mensaje y llevar a
cabo la instrucción indicada por la hormona.
Las hormonas se producen en el hipotálamo, la glándula pineal, la
pituitaria o hipófisis, la tiroides, la paratiroides, el timo, las
glándulas adrenales, el páncreas, los testículos y los ovarios, entre
otros órganos.
Ella y él
Los hombres y las mujeres pensamos, sentimos y actuamos diferente,
pero ¿por qué? Se sabe, aunque no siempre lo comprendemos en nuestra
vida diaria, que el cerebro de una mujer es distinto al de un hombre.
Así, por ejemplo, en el hipotálamo (zona del cerebro que regula una gran
cantidad de procesos fisiológicos, entre otros, el control de la
temperatura y el del ciclo sueño-vigilia), hay regiones que participan
en la conducta sexual cuyo tamaño, cantidad de células o las sinapsis
(estructuras de comunicación entre dos neuronas) que establecen son
diferentes en individuos de un sexo o de otro, lo cual repercute en la
vida de todos nosotros.
Estas diferencias se basan en un fenómeno muy interesante, conocido
como diferenciación sexual del cerebro, en el que la participación de
las hormonas sexuales es fundamental. Cabe mencionar que este fenómeno
es parte de un proceso más amplio e incluye la formación de órganos
sexuales bien definidos y la generación en la adolescencia de
características sexuales secundarias, como son en las mujeres el
crecimiento de los senos y la acumulación de grasa en las caderas, y en
los hombres el engrosamiento de las cuerdas vocales que lleva al cambio
de voz, la aparición y el crecimiento de la barba y el bigote.
Los cambios en la organización del cerebro (volumen de algunas
regiones cerebrales y establecimiento de diferentes sinapsis) producidos
por las hormonas sexuales en etapas tempranas del desarrollo
embrionario, son permanentes, por lo que establecen de por vida las
conductas sexuales asociadas a la reproducción. Hay datos interesantes
para el caso de animales de experimentación como las ratas. En ellas los
cambios en la organización del cerebro producidos por las hormonas no
ocurren durante el desarrollo embrionario, sino poco después del
nacimiento. Se ha observado que ratas hembras expuestas a testosterona
durante los primeros días del desarrollo posnatal no presentan la
conducta sexual típica de su sexo en la edad adulta sino que, por el
contrario, pueden presentar una conducta sexual masculina. Sin embargo,
hasta ahora no se ha determinado si las preferencias sexuales en el ser
humano dependen de diferencias en la exposición a las hormonas sexuales
en etapas tempranas del desarrollo.
Las diferencias en la organización del cerebro que causan las
hormonas sexuales permiten explicarnos, en cierta medida, por qué los
hombres y las mujeres presentamos una conducta sexual diferente, no
apreciamos de la misma manera las situaciones que se presentan en
nuestras vidas y poseemos distintas habilidades mentales. Por ejemplo,
por lo general las mujeres tienen mayor fluidez verbal, mejor
coordinación motora fina y mayor velocidad en la percepción e
identificación de objetos que los hombres, mientras que éstos presentan
un mayor razonamiento matemático y una mejor comprensión de relaciones
espaciales y de navegación a través de una ruta. Si llegáramos a
entender que hombres y mujeres tenemos un cerebro diferente quizá nos
comprenderíamos mejor y tendríamos menos problemas.
Mucho más que sexo
Además del papel fundamental que tienen las hormonas sexuales en la
regulación de la reproducción, éstas influyen en nuestro comportamiento y
estado de ánimo. Los cambios tan impactantes en la conducta de los adolescentes se
deben en gran parte a los cambios hormonales que experimentan a partir
del inicio de la pubertad y duran varios años. Estos cambios producen la
aparición de las características sexuales secundarias y el
establecimiento de la fertilidad en ambos sexos, el aumento en los
niveles de testosterona en el hombre y la regularización en la
periodicidad del ciclo menstrual en las mujeres.
En distintas especies de mamíferos la mayor agresividad que se
observa en los machos respecto a las hembras —que es muy importante en
términos reproductivos, de defensa de territorio y de la manada— se ha
asociado a los mayores niveles de testosterona presentes en los machos.
La asociación entre niveles altos de testosterona y mayor agresividad en
el hombre sigue siendo controvertida.
El estado de ánimo de la mujer adulta está muy relacionado con los
niveles de estradiol y progesterona. La ansiedad e irritabilidad que se
presentan en muchas mujeres al final de la última fase del ciclo
menstrual, la llamada fase lútea, se ha asociado con la disminución en
los niveles de progesterona y de los productos derivados de su
procesamiento, al no haber ocurrido embarazo.
Se ha sugerido también que los cambios emocionales de las mujeres
embarazadas y la disminución en la sensación de dolor, se debe al
aumento en los niveles sanguíneos de progesterona y de sus derivados.
Estos últimos tienen efectos tranquilizantes, relajantes, anestésicos y
ansiolíticos (disminuyen la ansiedad).
Otros cambios emocionales importantes en las mujeres son los que
generalmente se presentan durante la menopausia, como nerviosismo,
ansiedad, irritabilidad y depresión, y se han asociado a la disminución
en los niveles de estradiol y progesterona propios de esta etapa.
En lo que se refiere a los hombres adultos, todavía existe
controversia sobre si presentan un fenómeno similar a la menopausia, al
que se ha llamado andropausia. Lo que sí existe en los ancianos, además
de la disminución en los niveles de testosterona, es una caída en la
producción de espermatozoides y en la función sexual, lo que se acompaña
en muchas ocasiones de cambios en el estado anímico.
Hormonas y deportes
En la actualidad ya contamos con andrógenos sintéticos que se
utilizan con fines terapéuticos. Estos fármacos producen un aumento de
peso y de masa muscular, por lo que se han vuelto muy populares entre
varios tipos de atletas como ciclistas, futbolistas o levantadores de
pesas. Es común que estos atletas ingieran dosis 100 veces mayores que
las recomendadas por los médicos para tratar algún padecimiento. Ese uso
de los andrógenos sintéticos, también llamados esteroides anabólicos,
es ilícito y además de que quienes los emplean en eventos deportivos
corren el riesgo de ser descalificados, producen una serie de efectos
secundarios, entre otros acné, disminución del deseo sexual y cambios en
el tamaño de los testículos y en la cantidad de espermatozoides.
Sueño y memoria
¿Alguna vez has pensado que las hormonas pudieran ser las
responsables de que tengas tanto sueño? Pues resulta que la progesterona
y sus derivados tienen propiedades hipnogénicas, esto es, que inducen
el sueño. El aumento en el sueño durante el embarazo se debe en buena
parte a los altos niveles de progesterona en las mujeres embarazadas y
también se ha observado que la administración de progesterona induce el
sueño en los varones. Se ha encontrado, además, que esta hormona y sus
derivados tienen efectos anticonvulsivos en animales de experimentación,
por lo que se estudia la posibilidad de utilizarlos en la terapia de la
epilepsia, una de las enfermedades neurológicas más comunes en todo el
mundo.
En investigaciones recientes se ha encontrado que las hormonas
sexuales influyen en la memoria. En el caso de animales de
experimentación, uno de los ejemplos más ilustrativos es el hecho de que
el estradiol aumenta el número de sinapsis en el hipocampo (estructura
cerebral fundamental en los procesos de memoria y aprendizaje), lo cual
brinda mayores posibilidades de procesamiento de información. Por otro
lado, en varios estudios clínicos se ha demostrado que la terapia con
estrógenos aplicada a mujeres menopáusicas reduce el riesgo de presentar
la enfermedad de Alzheimer y también retarda su aparición. Esta
enfermedad es mortal y se caracteriza por una pérdida gradual y muy
dramática de la memoria que llega a incapacitar totalmente a quien la
padece.
Protección de las neuronas
Las neuronas son imprescindibles para todas las actividades
cerebrales, por lo que cualquier daño en ellas repercute en el
funcionamiento de nuestro cerebro. A través de diferentes experimentos
realizados en animales y en cultivos de neuronas se ha demostrado que
tanto el estradiol como la progesterona protegen a las neuronas de daños
producidos por la falta de irrigación sanguínea, la carencia de
oxígeno, el trauma cerebral por golpes, contusiones en la médula espinal
y agentes tóxicos diversos que alteran el metabolismo y la función
neuronal.
Se ha observado también que tanto la progesterona como la
testosterona participan en la regeneración de los axones, prolongaciones
de las neuronas que llevan información y establecen sinapsis, después
de una lesión en el sistema nervioso. Estos hallazgos han llevado a
varios investigadores a proponer el uso de las hormonas sexuales no sólo
en la prevención de enfermedades neurodegenerativas como la de
Alzheimer, sino también en la recuperación de los pacientes que han
sufrido daño cerebral.
Para pensar en la hormona
Uno de los aspectos más fascinantes de la relación que hay entre las
hormonas sexuales y el cerebro es de qué manera una misma sustancia como
el estradiol o la progesterona puede regular procesos tan distintos
como la diferenciación sexual del cerebro, la memoria o el estado de
ánimo. Todo esto es posible gracias a que las hormonas sexuales tienen
diferentes mecanismos de acción que involucran muchos cambios en la
actividad de diversos genes, aumento en la permeabilidad de la membrana
celular para algunas sustancias y activación de diferentes proteínas en
el interior celular.
Las hormonas sexuales además se comunican, a través de diferentes
mecanismos celulares, con otros mensajeros químicos como los
neurotransmisores, los factores de crecimiento y otras hormonas, lo que
permite que todos ellos regulen de manera conjunta una función cerebral
en particular de manera muy fina y muy precisa.
Finalmente es necesario recalcar que dado el gran espectro de
funciones que tienen las hormonas sexuales en nuestro cerebro, hay
muchos grupos de investigación en todo el mundo (por supuesto también en
México) dedicados a esta área, con el fin de entender no sólo por qué
pensamos, sentimos y actuamos de manera distinta los hombres y las
mujeres a lo largo de nuestra vida, sino también para utilizar a dichas
hormonas o a fármacos que tengan una acción similar (o contraria) a
ellas para prevenir y tratar diversas enfermedades que afectan a nuestro
cerebro.
Autor: El doctor Ignacio Camacho Arroyo es investigador de la Facultad de
Química de la UNAM en áreas de neurobiología, biología de la
reproducción y hormonas esteroides.
Fuente: http://www.comoves.unam.mx/numeros/articulo/43/las-hormonas-sexuales-y-el-cerebro
2 comentarios:
Muy buen tema e interesante
Muy buen tema e interesante
Publicar un comentario